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Jost Kobusch sigue trabajando en Everest: alcanza los 6.180m

Ya ha examinado la arista W.

Jost Kobusch avanza en el Everest. Foto: Daniel Hug
Jost Kobusch avanza en el Everest. Foto: Daniel Hug

El joven alpinista alemán de 27 años Jost Kobusch continúa con su trabajo en solitario en el Everest, en cuanto intenta la 1ª cima invernal de la historia sin O2 suplementario en el techo del mundo.

No va a contar con ninguna ayuda en la montaña, y su estilo va a ser ligero. Sin embargo, la ruta elegida, muy poco habitual, a través de la arista oeste y el corredor Horbeirn, tecnifica en gran manera el comienzo de la escalada.

La opción de esta vía es lógica, ya que evita la cascada del Khumbu, trabajo que una sola persona no puede gestionar, pero alcanzar el collado Lho La, viejo paso comercial que separa Nepal y Tíbet, y en donde comienza la arista W, no es sencillo. Con el retroceso glacial, lo que era una ruta para yaks se ha convertido en una pared de roca y una difícil escalada que ya ha abierto en solitario Kobusch. Ha dejando una cuerda, tanto para acceder al campo 1, a unos 6.000m, y poder iniciar el ataque, como para rapelar y dejar el camino abierto a un posible rescate. Según el alemán, “escalar las secciones más duras en solitario ha sido un verdadero desafío”.

Jost Kobusch, abriendo la ruta hasta el Lho La. Foto: Daniel Hug
Jost Kobusch, abriendo la ruta hasta el Lho La. Foto: Daniel Hug

Tras la apertura, en estos últimos días Jost Kobusch ha vuelto al campo 1 junto al fotógrafo Daniel Hug, y ha aprovechado para subir hasta los 6.180m, desde ha podido vislumbrar el camino y ver sus opciones en la arista. “Ahora he vuelto al campo base. Descansaré unos días y pronto estaré de vuelta en el campo 1, y desde allí, continuaré trabajando la ruta”. De momento, la cuerda tirada desde Lho La a través de la pared rocosa ha servido para que Daniel pueda acceder hasta allí y realizar sus labores de documentación.

Esta incursión con el fotógrafo va a ser la única compañía -no ha supuesto ayuda- que va a tener en su intento Kobusch, quien desde muy joven eligió la soledad en la montaña. Representativas fueron sus palabras de hace 2 meses, tras 3 semanas por el Khumbu sin ningún contacto humano que le situaron en la bendita rutina de los grandes nomadeos, cuando el hecho en sí del movimiento impregna la existencia y la dota de sentido: “Me fascina cómo al comienzo de una expedición sigo con muchas conexiones con el mundo. Echo de menos a las personas y las comodidades de mi vida cotidiana. Sigo sintiendo esperanzas, deseos y sueños de forma muy intensa. Después de un tiempo, todo se difumina más y más. Solo quedamos la montaña y yo. Todo es neutral, todo está en equilibrio, ajeno a las preguntas y respuestas del día a día. Es como limpiar mi alma, pulsar el reinicio.”

A pesar de su juventud, y a pesar de la magnitud del reto que afronta, atesora suficiente experiencia: ya realizó aventuras en solitario en el Annapurna (8.091m), o en el Nangpai Gossum II, con la 1ª cumbre histórica, montaña que con 7.296m era en ese momento la 4ª cima virgen más alta del mundo. El pasado invierno también consiguió en solitario la 1ª invernal a la cima oeste del Moose Tooth, en Alaska, y durante la anteriormente referida aclimatación de los últimos meses en el Khumbu, la 1ª cima -también solo- al Amotsang, montaña de 6.393m

Jost Kobusch, solo en Alaska en el invierno 2019. Foto: Jost Kobusch
Jost Kobusch, solo en Alaska en el invierno 2019. Foto: Jost Kobusch

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